martes, 20 de diciembre de 2011

El Mindfulness y el papel esencial que desempeña en la reducción del estrés

Actualmente hay en marcha, en los centros médicos de USA, unos 250 programas de reducción de estrés basados en Mindfulness y muchos otros que se están llevando acabo en todo el mundo. Los enfoques basados en Mindfulness han demostrado ser muy eficaces en la reducción de los síntomas de ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo y el dolor crónico. También han demostrado ser muy útiles para el tratamiento de los efectos de la psiorasis, el desarrollo de las sensaciones de empatía y espiritualidad, el aumento del bienestar, la prevención de la recaída de la depresión, el tratamiento de la adicción a las drogas, y la reducción del estrés y el aumento de la calidad de vida de quienes enfrentar un diagnóstico de cáncer de pecho y de próstata.

Quizás el lector se pregunte por las razones que explican la eficacia de Mindfulness en el tratamiento de problemas y trastornos tan diferentes. La respuesta reside en su misma naturaleza. No olvidemos que esta práctica presta una atención imparcial, instante tras instante, a lo que ocurre en el presente, único momento en el que podemos hacer cambios. Por eso, cuanta más consciencia tomemos de los desequilibrios y de las tendencias habitualmente inconscientes, más aumenta la posibilidad de tomar decisiones que alienten el equilibrio y el bienestar.

El psicólogo Gary Schwartz, que se ha especializado en el estudio del estrés, ha desarrollado un modelo de retroalimentación sano basado en la hipótesis de que, puesto que la enfermedad se origina en la desconexión de los pensamientos, las sensaciones y las emociones, la recuperación de la salud pasa, en consecuencia, por la reconexión de esas experiencias internas. Este modelo sugiere que, cuando uno no es consciente de sus reacciones internas al estrés y del modo en que se expresan los pensamientos, las sensaciones y las emociones, está desconectado, lo que puede acabar desequilibrando su cuerpo y/o su mente. La conciencia por el contrario, restablece una conexión que contribuye a organizar nuestra experiencia y recuperar el equilibrio.

Un ejemplo cotidiano del modo en que la conciencia puede reducir el estrés nos lo proporciona la experiencia habitual de quedarnos atrapados en un atasco de tráfico. Es tan fácil no darse cuenta del impacto que el estrés tiene sobre el cuerpo y la mente, que quizás no advirtamos siquiera el aumento de la tensión corporal, la respiración rápida o irregular, o el hecho de que nos aferramos tanto al volante que los nudillos nos quedan blanco. Y todavía es más improbable, en consecuencia, que advirtamos impactos más ocultos de la ansiedad y la irritación, como el aumento del ritmo cardíaco, o la presión de la sangre, y de la temperatura corporal. Cuando uno es consciente de su tensión física, sin embargo, puede volver al momento presente, y dejar de aferrarse al volante, como si en ello, le fuese la vida. Y cuando, del mismo modo, advierte que está respirando rápida e irregularmente, puede enlentizar y estabilizar su respiración, lo que acabo regularizando otros síntomas internos del estrés, como por ejemplo la presión sanguínea y el ritmo del latido cardíaco.

El Mindfulness nos ayuda a ver con más claridad nuestra experiencia, y ver por ello mismo, una mayor conciencia de los efectos del estrés, lo que nos puede ayudar a tomar una respuesta más adecuada. De este modo podemos asumir un papel más activo en nuestra salud y bienestar y enfrentarnos a cualquier situación, independientemente de lo difícil o intensa que sea, en forma más activa y equilibrada.

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