La confianza, como el arte,
nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas la preguntas.
-Earl Gray Stevens
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Introducción
La Psicología parece estar volviendo su mirada hacia técnicas como la meditación o el mindfulness, que recuperan la importancia de la atención y la conciencia, y se centran en el momento presente. Si bien es cierto que las técnicas meditativas no son desconocidas, al menos en la teoría, para una gran parte de la población, la realidad muestra que la imagen que se tiene de las mismas se distancia de la realidad científica que las sustenta.
El contexto La Psicología actual
La psicología es una ciencia relativamente joven. El estudio experimental de la conducta permitió el desarrollo de la psicología experimental (psicofísica) y de la evaluación psicológica y abrió el camino científico al estudio de los determinantes del comportamiento y, en consecuencia, a su cambio. Recién comenzado el siglo XXI se reconoce que los tratamientos psicológicos han experimentado un extraordinario avance. Este avance se deriva, principalmente, no de que se muestren eficaces en resolver problemas emocionales o de salud (esto ya ha sido constatado desde la antigüedad), sino en que se ha ido acumulando evidencia experimental sobre el porqué de esos efectos y cómo controlarlos (mejorarlos). La actualmente denominada Terapia Cognitivo Conductual (TCC) es el referente principal de este proceder. Ella es la marca principal de los tratamientos empíricamente validados.
La Psicología parece estar volviendo su mirada hacia técnicas como la meditación o el mindfulness, que recuperan la importancia de la atención y la conciencia, y se centran en el momento presente. Si bien es cierto que las técnicas meditativas no son desconocidas, al menos en la teoría, para una gran parte de la población, la realidad muestra que la imagen que se tiene de las mismas se distancia de la realidad científica que las sustenta.
El contexto La Psicología actual
La psicología es una ciencia relativamente joven. El estudio experimental de la conducta permitió el desarrollo de la psicología experimental (psicofísica) y de la evaluación psicológica y abrió el camino científico al estudio de los determinantes del comportamiento y, en consecuencia, a su cambio. Recién comenzado el siglo XXI se reconoce que los tratamientos psicológicos han experimentado un extraordinario avance. Este avance se deriva, principalmente, no de que se muestren eficaces en resolver problemas emocionales o de salud (esto ya ha sido constatado desde la antigüedad), sino en que se ha ido acumulando evidencia experimental sobre el porqué de esos efectos y cómo controlarlos (mejorarlos). La actualmente denominada Terapia Cognitivo Conductual (TCC) es el referente principal de este proceder. Ella es la marca principal de los tratamientos empíricamente validados.
La TCC recoge los conocimientos acumulados de la psicología experimental. En los últimos años se habla de terapias de tercera generación. Se trata de un modo un tanto literario de ejemplificar algunos hitos en el desarrollo evolutivo del hacer terapéutico. La característica esencial de esta denominada tercera generación de la terapia de conducta (la primera se significa por su carácter empírico, experimental y centrado en el cambio directo de la conducta, y la segunda por la aportación de los modelos cognitivos), es, entre otras, que adopta una perspectiva más experiencial y opta por estrategias de cambio de carácter indirecto, más que las más habituales de carácter directo de la primera y segunda generación. Esto supone la consideración de un ámbito más amplio del cambio, no ceñido a elementos y aspectos concretos. La explicación de este cambio de proceder está en la relevancia conferida al contexto y a las funciones de las conductas más que a su forma (topografía en el análisis funcional clásico). Si lo que importa son las funciones de las conductas y no el modo en que se presentan, habrá de actuarse de forma genérica sobre dichas funciones. Esto supone un acercamiento más amplio e indirecto, pues buscando actuar sobre conductas concretas se puede actuar sobre otras conductas que también tienen esas funciones, aunque no estén implicadas concretamente en el problema objeto de consideración.
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