domingo, 1 de abril de 2012

Mindfulness en la relación terapéutica


Una vida feliz consiste en
tener tranquilidad de espíritu.

- Cicerón
Introducción

En la actualidad somos conscientes de que en la efectividad de una psicoterapia resulta más importante la relación que se establece entre el paciente y el terapeuta que el propio tipo de intervención que el terapeuta utiliza (Lambert y Ogles, 2004). De ahí la importancia de identificar qué elementos son cruciales para que una relación terapéutica sea efectiva.

En este sentido, muchos investigadores apuntan a mindfulness como “el ingrediente esencial en las diversas modalidades de terapia” (Germer, 2005). Y Fulton (2005) afirma que “la práctica de mindfulness puede ser un recurso sin explotar para entrenar a terapeutas de cualquier orientación teórica, ya que ofrece a los terapeutas un instrumento para influir sobre los factores que más explican el éxito del tratamiento”.


Daniel Siegel (2010) llega a afirmar que “la práctica de la atención plena puede considerarse el entrenamiento básico para la mente de cualquier terapeuta”. Veamos por qué puede afirmarse que mindfulness es el entrenamiento básico para la mente de un terapeuta.

Mindfulness promueve cambios neurofisiológicos y psicológicos muy favorables para el proceso terapéutico

Sabemos que una de las consecuencias de mantenerse en atención plena es que se va tomando conciencia de la propia conciencia. Cuando somos conscientes de la conciencia nos encontramos en el estado que podríamos llamar de presencia. En ese estado, precisamente porque nos damos cuenta de que no somos los contenidos de la conciencia, estamos abiertos a lo que se manifiesta en la conciencia. Hemos creado un espacio en el que dejamos que los contenidos aparezcan, se modifiquen y desaparezcan. Hay apertura y flexibilidad.

No estamos cerrados ni rígidos, sino flexibles y abiertos a lo que pase. Como dice Siegel (2010), “la presencia es un estado de receptividad activa”. La presencia se crea con la receptividad y se destruye con la reactividad. Para que la relación terapéutica sea realmente tal, hemos de comenzar por encontrarnos en estado de presencia, esta vez dirigido hacia el paciente. Estamos presentes con él o ella y abiertos a su experiencia de manera incondicional. Estamos abiertos precisamente porque no sabemos lo que vamos a encontrar, lo que se nos va a comunicar.

La armonía es un estado cuya
expresión espiritual es el amor.
- James Allen
Tres fases de la sintonía Mindfulness

Sobre la base de esa presencia puede producirse la sintonía.

Siegel (2010) define a la sintonía cómo el proceso en el que “focalizamos nuestra atención en otros y llevamos su esencia a nuestro propio mundo interno”.

En la sintonía podemos distinguir tres fases.



Primer Fase 


La primera es una fase perceptiva, en la que nuestras neuronas en espejo perciben las señales del otro y ponen en marcha una serie de patrones de descarga que afectan a estructuras subcorticales y que acaban traduciéndose en cambios corporales relacionados con las señales procedentes de la otra persona.

Segunda Fase

En la segunda fase, que podemos llamar de “interocepción”, estos estados corporales y subcorticales ascienden en el sistema nervioso y son representados, primero en la ínsula posterior (que crea un mapa primario de la situación) y luego en la ínsula anterior (Siegel, 2010), que crea un mapa secundario o meta-mapa. La representación en la ínsula anterior comienza a proporcionarnos algo de ”distancia” de los mapas neurales de nuestro estado corporal.

Entérate de la relación "Mindfulness-ínsula" haciendo click al siguiente enlace:
INSULA Y MINDFULNESS

Tercer Fase

Esto sucede  cuando esos mapas llegan a la corteza cingulada anterior y a la prefrontal media (en esto consiste la tercera fase), atribuimos esos estados percibidos a la otra persona (o a nosotros mismos, si el origen de la información procedía de nuestras propias vivencias).


Resonancia es la suma de presencia y sintonía

La presencia y la sintonía son pasos previos a la producción de la resonancia. La resonancia “es el acoplamiento de dos entidades autónomas en un todo funcional” (Siegel, 2010). Terapeuta y paciente quedan unidos o conectados formando un todo, aunque ambos, a la vez, permanecen diferenciados.

Cualquier poder si no se
basa en la unión es débil.

- Jean De La Font
Acoplados, pero diferenciados.

Podría compararse a un baile. La pareja se
mueve de manera conjunta, pero cada uno permanece diferenciado del otro. En esas circunstancias el paciente se “siente sentido”. El terapeuta utiliza sus propias sensaciones corporales como fuente de conocimiento en la relación terapéutica, ya que siente los sentimientos del otro, pero no se convierte en el otro.

Lo que hace que la relación terapéutica y mindfulness se encuentren tan unidas es que los mismos circuitos nerviosos que participan en la creación de la sintonía y de la resonancia son los que se activan en mindfulness. Podría decirse que mindfulness es una resonancia intra-personal, mientras que en la relación terapéutica la resonancia es de carácter inter-persona.


Resonancia "Inter" y resonancia "Intra"-personal

Por eso, cuando practicamos mindfulness nos estamos preparando, de alguna manera, para hacer terapia y cuando hacemos terapia, estamos incrementando nuestra capacidad de practicar mindfulness. En ambas situaciones lo que hace que la relación terapéutica y mindfulness se encuentren tan unidas es que los mismos circuitos nerviosos que participan en la creación de la sintonía y de la resonancia son los que se activan en mindfulness. Podría decirse que mindfulness es una resonancia intra-personal, mientras que en la relación terapéutica la resonancia es de carácter inter-personal (Siegel, 2007).

Por eso, cuando practicamos mindfulness nos estamos preparando, de alguna manera, para hacer terapia y cuando hacemos terapia, estamos incrementando nuestra capacidad de practicar mindfulness. En ambas situaciones estamos poniendo en marcha parte de una misma maquinaria neuronal.

Los paralelismos y afinidades no acaban ahí, y el interesado puede recurrir a la lectura de  “The Mindful Therapist”, de Daniel Siegel.
No hay camino para la paz,
la paz es el camino.

- Gandhi
Las terapias amplían su límite y efectividad cuando se incorpora Mindfulness al tratamiento

Antes de terminar este apartado, se debe precisar que, además de su relevancia en la relación terapéutica, existe otro aspecto, no menos importante quizá, que hace que mindfulness sea fundamental para la psicoterapia. Me refiero a que determinados aspectos de mindfulness pueden ser enseñados a los pacientes, convirtiéndose así en una herramienta terapéutica, con independencia del beneficioso papel que pueda desempeñar en la relación terapeuta/paciente.




Enseñarles a los pacientes a practicar ellos mismos la atención plena y a utilizar su capacidad de flexibilizar y de proporcionar energía a la mente, son poderosos instrumentos terapéuticos que hay que adaptar al desorden, trastorno o patología concreta que sufre cada paciente. Me refiero a los diversos enfoques terapéuticos que utilizan mindfulness, como la “Reducción del Estrés Basada en Mindfulness” (MBSR ó REBAP), La “Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness”, la “Terapia Dialéctica Comportamental”, la “Prevención de Recaídas Basada en Mindfulness”, etc. Estos enfoques, tienen una efectividad que ha sido documentada por diversos investigadores.

Sin lugar a duda, una gran mayoría de pacientes, mejoran cuando se les enseña a tomar un rol consciente y ACTIVO en el cuidado de su salud bio-psico-socio-espiritual.

Mindfulness además de beneficiar el proceso de sanación e integración (que en líneas generales promueve cualquier tipo de psicoterapia), la práctica de la atención plena (mindfulness) facilita herramientas y recursos internos para transitar por los distintos estados de la vida cotidiana; extendiendo así, los límites de la meditación más allá del almohadón, sillón o cama en el que meditemos. Concluimos -entonces- afirmando que la meditación, no es una actividad que conduce a la pasividad y a la resignación, si no, todo lo contrario. Mindfulness promueve y sienta bases para una actividad consciente, adulta e integrada (en próximas entradas trataremos más detalladamente qué significa integración para Mindfulness).

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