A cada instante nace un nuevo momento; una nueva oportunidad. |
Es increíble darse cuenta la cantidad de cosas que una persona puede hacer al mismo tiempo: fumar, masticar un chicle, rascarse y escuchar la radio mientras conduce; especialmente las mujeres. Las neurociencias parecen enfatizar en la capacidad "miltitasking" (es decir, de procesar varias cosas a la vez) del cerebro femenino, por sobre el cerebro masculino.
Esta capacidad de dispersar la atención tiene sin duda un gran valor adaptativo y nos ayuda a desenvolvernos en nuestra frenética vida diaria. Y aparentemente, la mayoría de los empleos típicos de nuestro tiempo, requieren de una capacidad multitasking plenamente desarrollada.
Sin embargo, el funcionar en piloto automático también tiene algunos inconvenientes como por ejemplo el cultivar una manera de interactuar con nuestra mente que nos impide disfrutar de todo lo que tenemos aquí y ahora, de modo que oscilamos entre pasado y futuro sin apenas prestar atención al presente.
Si nos perdemos las maravillosas sensaciones de una refrescante ducha matinal mientras pensamos en la última discusión con nuestro jefe no pasa nada, tampoco pasa nada si mientras hablamos con alguien estamos pensando en la lista de la compra, etc. Estos ejemplos más o menos inocentes pueden sin embargo darnos una idea de las graves consecuencias de funcionar continuamente en piloto automático. ¿Qué pasaría si lo que nos perdiésemos fuese la infancia de nuestros hijos? ¿O la relación con nuestra pareja? Simplemente por no estar presentes en ellas, quizás estemos ahí físicamente, pero nuestra mente está en otro lado.
Corremos persiguiendo algo que creemos nos hará más felices (generalmente situado en el futuro) y en ese momento experimentamos una especie de euforia y anhelo que pasa a convertirse en conformismo e insatisfacción en cuanto lo hemos conseguido. También podemos experimentar sentimientos negativos por el miedo a perder lo que hemos conseguido o recordar experiencias pasadas; así que lo mejor es proyectar nuestra atención de nuevo hacia el futuro. Este ciclo se perpetúa en el tiempo, corremos y corremos persiguiendo una zanahoria que nunca alcanzamos …
Otras personas, en cambio, mientras desarrollan la práctica de Mindfulness / Atención Plena, intentan concentrarse en la comprensión de la propia mente, estudiando así (de manera introspectiva) los entresijos, peligros y virtudes de esta. Procurando de forma activa y diligente, vivir en el momento presente; expandiendo día a día los límites de la compasión, ecuanimidad e interdependencia.
Aquí y ahora |
El gran psicólogo William James ya alertó en los albores del siglo XX sobre la importancia de la atención. La atención es un proceso mental relegado a un tercer plano en la mayoría de los manuales de psicología; pero que actualmente, con los descubrimientos neurocientíficos, está tomando un papel principal, dado que casi todos los procesos neuro-cognitivos, están mediados por la atención.
William James fue muy criticado en su época por utilizar precisamente la introspección como principal método de estudio. Antiguamente, era considerada la introspección como algo no científico y por tanto despreciable para la ciencia y sin utilidad aparente. Pero sí es cierto que hay cosas que no se pueden estudiar mediante la introspección; también es cierto que algunas otras cosas sí se pueden estudiar mediante información subjetiva e introspectiva.
Esta convivencia de paradigmas científicos, hizo que se creara y desarrolle lo que hoy se conoce como "Neurobiología Interpersonal" (Siegel, 2007).
Actualmente, ya superada esa colisión de paradigmas, está la tendencia creciente de prestar interés por el estudio de los procesos de la atención y en particular por la actividad contemplativa como la meditación, la compasión y la bondad. No sólo por sus efectos psicológicos positivos, sino por cómo -a su vez- la actividad "contemplativa" modifica la estructura del cerebro.
Como es plenamente sabido (y sin entrar en muchos detalles al respecto), sabemos que en los últimos años se han desarrollado diferentes terapias para numerosos trastornos como la depresión, la ansiedad o el estrés basadas en terapias psicológicas existentes complementadas con elementos orientales como la meditación, el yoga o el qigong. Pero a grandes rasgos, a estas nuevas terapias se las ha denominado como de ‘tercera generación, y a las que utilizan la meditación como herramienta fundamental como ‘basadas en mindfulness’.
Mindfulness es el cultivo de una plena atención
los procesos atencionales comprometen gran parte de la actividad cerebral |
Haciéndolo muy atractivo para los terapeutas, que agotando los modelos tradicionales, necesitan incorporar nuevas herramientas en el trabajo con sus pacientes y clientes. Como así también, llevarlo a su vida cotidiana, para no sólo ser un profesional más y mejor formado, sino para ser una persona más atenta, compasiva y ecuánime.
Cabe destacar las investigaciones entorno a la depresión, la cual amenaza con convertirse en una verdadera plaga en el seno de sociedades industrializadas como la nuestra. Los nuevos tratamientos con mindfulness ponen énfasis en la prevención del trastorno y de sus recaídas más que en su curación, para la cual ya se dispone de herramientas suficientes tanto a nivel de terapia psicológica como farmacológica. Recordemos que -desde una visión reduccionista brindada por las estadísticas- se dice que quién la ha padecido alguna vez en su vida tiene un riesgo aproximado del 50% de recaer, y que para los que han recaído el riesgo de una nueva recaída se dispara hasta mas del 80%, con el tiempo se acaba en un círculo vicioso que ni la terapia ni los fármacos son capaces ya de romper.
El mindfulness propone vivir la vida momento a momento. El presente es lo que importa y la actitud mental que pretende cultivar incluye la aceptación de las experiencias independientemente de que sean positivas o negativas. Esta capacidad de no juzgar, vela por una actitud imparcial y a-reactiva. Por eso enfatiza focalizar la atención en el momento presente para no perdernos nada de nuestras vidas, ni lo bueno ni lo malo, porque todo es digno y susceptible de ser vivido, y todo nos enriquece y nos ayuda a crecer. De esta manera, se desarrolla una higiene mental menos focalizada en el pasado (recuerdos) y en el futuro (preocupaciones y anhelos) y más acorde con la naturaleza humana.
Queramos o no estamos hechos para vivir en el presente y ese es el camino que podemos seguir si lo deseamos porque siempre, en cualquier momento, somos nosotros mismos los que decidimos a qué queremos prestar atención aquí y ahora.
Arriesgarnos a cambiar nuestra manera de interactuar con nuestra mente, al principio, puede acarrear algo de ansiedad, pero esta acaba disipándose ante la inevitable revelación profunda de ser capaces de considerar nuestros propios pensamientos como eventos mentales que vienen y van y que no son verdades absolutas que debamos seguir o creer ciegamente. No obstante, siempre se recomienda -mientras se profundizan las prácticas- contar con un guía, psicólogo, maestro de meditación, etc que nos asesore y nos acompañe, aconseje y contenga en ésta aventura del auto-descubrimiento mediante vamos sofisticando de la atención.
Conclusión
Esta capacidad de discernimiento repercute en una mejor habilidad para percibir lo que nos rodea y por tanto nos permite elegir y tomar decisiones mas acertadas, además de disparar nuestra creatividad y despertar la capacidad de sorprendernos a nosotros mismos.
Mindfulness, aplicado en el contexto terapéutico, facilita el proceso en el que el paciente y el terapeuta, interactuan entre sí; extendiendo los límites del bienestar.
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