La falta de compasión hacia uno mismo, es nuestra elección
No resulta nada sencillo, por más extraño que parezca, ejercitar la bondad, sentir amor por uno mismo y extenderlo luego a los demás. Y tampoco es fácil admitir que uno es poco compasivo y que, en ocasiones, ni siquiera lo es consigo mismo. El poeta y maestro de meditación Stephen Levine, suele decir que uno de los más importantes caminos de la curación consiste en amarnos a nosotros mismos (Levine, 1987). Para muchas personas, sin embargo, esto resulta de lo más difícil.
Y quizás para muchos de nosotros, esa falta de amor hacia nosotros mismos tenga sus raíces en nuestras pautas de pensamiento condicionadas, en algún factor decisivo en nuestras crianzas o en un entorno social muy poco favorable.
La ciencia está cambiando ¿por qué no nuestro sistema educativo?
Y quizás para muchos de nosotros, esa falta de amor hacia nosotros mismos tenga sus raíces en nuestras pautas de pensamiento condicionadas, en algún factor decisivo en nuestras crianzas o en un entorno social muy poco favorable.
La ciencia está cambiando ¿por qué no nuestro sistema educativo?
Son muchos los años en que los terapeutas, venimos trabajando con la ansiedad, el dolor, el estrés, la depresión, la “baja autoestima” y un montón más de malestares (hoy en día tan comunes). Pero son -relativamente- muy pocos los terapeutas que trabajamos eficazmente, en dirección al aquí y ahora y la compasión. Para los profesionales, con ésta línea, es las más de las veces, muy evidente que todo ese malestar propio de esta sociedad alienante, comienza por la falta de amor y compasión por uno mismo.
La neurociencia moderna ha demostrado que la compasión puede entrenarse y desarrollarse mediante la práctica de Mindfulness |
No obstante, la nueva evidencia clínica (especialmente de las terapias cognitivas de tercer generación) y antiguos textos orientales, van sugiriendo que gran parte del sufrimiento humano, deriva exclusivamente, de la dureza con la que nos tratamos a nosotros mismos. Ésta es una auténtica epidemia de la que nadie habla, y que, en consecuencia, no se reconoce ¿Cómo no se va amar a sí mismo si está todo el día mirándose en el espejo, comprándose ropa y sacando auto-fotos con el celular?
¿Dónde dejamos nuestro niño interno?
"Un niño siempre puede enseñar
Paulo Coelhotres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea." |
Difícilmente nos atreviésemos, algunas veces, a tratar a los demás tan cruel y exigentemente como nos tratamos a nosotros mismos. Es que si nos atreviésemos hacerlo, posiblemente, perderíamos a todos nuestros amigos y familiares.
Recuerdo ahora, todos los cuestionarios y respuestas básicas en los encuentros introductorios de Mindfulness, y la variable más constante es la falta de paciencia, amor y compasión a uno mismo. Casi no hay persona que a diario no se trate duramente, que no se sobre-critique por sus defectos, que no exagere sus errores y que no se descalifique por alguna actitud o pensamiento que tuvo.
Parece al ver a los niños y recordar nuestra infancia, aunque resulte difícil corroborarlo que, al comienzo de la vida, la mayoría de nosotros nos sentimos enteros y conectados con el mundo. Los niños muy pequeños, por ejemplo, tienen un tipo de integridad basada en la aceptación de ellos mismos. Cuando tienen que hacer caca, hacen y dicen que tienen ganas de hacer caca; y cuando tienen que orinar, simplemente orinan; e incluso sus flatulencias les parece motivo de risa y entretenimiento; especialmente si tiene mal olor y puede molestar a un hermanito.
Los niños, cuando están descontentos lloran y cuando están contentos ríen. Pero por desgracia, sin embargo, parece que, en algún momento del camino, aprendemos a no estar bien con nosotros ¿Y cuándo sucede esto? ¿Por qué somos tan duros con nosotros? ¿Se trata acaso de un problema de educación o de cultura? Pero ¿por qué afecta algunas personas y otras no?
Parece al ver a los niños y recordar nuestra infancia, aunque resulte difícil corroborarlo que, al comienzo de la vida, la mayoría de nosotros nos sentimos enteros y conectados con el mundo. Los niños muy pequeños, por ejemplo, tienen un tipo de integridad basada en la aceptación de ellos mismos. Cuando tienen que hacer caca, hacen y dicen que tienen ganas de hacer caca; y cuando tienen que orinar, simplemente orinan; e incluso sus flatulencias les parece motivo de risa y entretenimiento; especialmente si tiene mal olor y puede molestar a un hermanito.
Los niños, cuando están descontentos lloran y cuando están contentos ríen. Pero por desgracia, sin embargo, parece que, en algún momento del camino, aprendemos a no estar bien con nosotros ¿Y cuándo sucede esto? ¿Por qué somos tan duros con nosotros? ¿Se trata acaso de un problema de educación o de cultura? Pero ¿por qué afecta algunas personas y otras no?
Esta epidemia silenciosa, parece formar parte de la condición humana, especialmente en el mundo occidental y oriental (la parte capitalista, comunista, etc).
Aunque es normal que nos sintamos afectados ocasionalmente por una falta de amor y de compasión por uno mismo, no es del todo entendible porque tanta cizaña, y porqué se prolonga tanto en el tiempo (incluso a veces llevando a la persona al suicidio) esa falta de aceptación con nosotros mismos.
Aunque es normal que nos sintamos afectados ocasionalmente por una falta de amor y de compasión por uno mismo, no es del todo entendible porque tanta cizaña, y porqué se prolonga tanto en el tiempo (incluso a veces llevando a la persona al suicidio) esa falta de aceptación con nosotros mismos.
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