lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Podemos entrenarnos para ser compasivos?


La compasión cambia nuestro cerebro

A partir de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison; ahora sabemos que nos podemos entrenar para ser más compasivos.
A través de la practica de Meditación y Mindfulness, podemos cultivar una mente compasiva. Esta práctica, cuyo objetivo es desarrollar la compasión y la bondad, afecta regiones del cerebro que le posibilitan a una persona empatizar con los estados mentales y emocionales de otras persona

De la misma manera, que uno puede aprender a tocar la guitarra mediante la práctica y el entrenamiento, puede aprender a ser compasivo y bondadoso; según lo demostró esta investigación. La misma, fue pionera en utilizar la resonancia magnética funcional (fMRI) para estudiar estados positivos y su relación con el cerebro. Los escáneres cerebrales, demostraron que las personas con amplio entrenamiento en ésta práctica de meditación, tenían sobresalientes modificaciones en los circuitos cerebrales, encargados de detectar los sentimientos y las emociones de otras personas.


Sobre la investigación

Los científicos responsables de la investigación fueron Richard Davidson y la unidad asociada a la Universidad de Wisconsin-Madison de Antoine Lutz. Davidson, es profesor de Psicología y Psiquiatría, en la universidad Wisconsin-Madison; y es un experto y referente mundial en estudiar mediante “fMRI” cómo la meditación afecta al cerebro.
Luego de ésta investigación, Davidson, afirmó que la meditación en estados positivos podría ser muy útil para ayudar a personas víctimas de abuso; o a pacientes con depresión (ésta meditación podría evitar las típicas recaídas de éstos pacientes deprimidos).

Los cerebros más compasivos, fueron los de 16 monjes Tibetanos y practicantes laicos, cuyo entrenamiento en ésta práctica superaba las 10.000 (diez mil) horas de meditación.
El grupo control, no tenía práctica de meditación alguna, pero antes de hacer las lecturas cerebrales mediante el mFRI se les explicó cómo meditar en la compasión; dos semanas antes de que se realice el estudio.

La práctica de la meditación nos hace ser más compasivos

Muchas tradiciones contemplativas, nos hablan de la bondad y el deseo de ver libre de sufrimiento a toda la humanidad. La bondad y la compasión, son centrales en la filosofía Budista, y especialmente, en la misión del XIV Dalai Lama” Señaló Davidson, que trabajó exhaustivamente con él, y otros referentes importantes del linaje del Dalai Lama. Y agregó: “Estudiamos cómo el cerebro cambia en los sujetos que voluntariamente, generan y cultivan compasión para todos los seres sintientes”.

Desarrollar un nivel de compasión universal, como lo hacían y demostraron los monjes Tibetanos, lleva entrenamiento, de a veces años de práctica. No obstante, en la investigación, al grupo control primero se le indicó que envíe sentimientos compasivos y benevolentes a sus seres queridos, y luego a todos los seres sintientes en general. Es decir, sobre nadie en particular.

Cada uno de los 32 sujetos fue colocado en el escáner de fMRI en el Centro Waisman de imágenes cerebrales en la Universidad de Wisconsin-Madison, cuyo director es Richard Davidson. A éstos sujetos, se les pidió que practiquen la meditación compasiva; y luego que se detengan. Así sucesivamente. Los sujetos fueron expuestos a vocalizaciones humanas negativas y positivas diseñadas especialmente para evocar respuestas empáticas, como así también se les presentó estímulos de vocalizaciones neutrales. Por ejemplo: sonidos de una mujer angustiada, un bebé riendo y el ruido de fondo restaurante.

“La utilización de audio y no de imágenes, fue para respetar la forma en la que se realiza la meditación compasiva. Esta, se hace con los ojos apenas abiertos, sin hacer foco en nada particular” Señaló Lutz.

La importancia de la ínsula en la actividad cerebral compasiva

Los escáneres revelaron una importante actividad en la ínsula. Esta región, próxima a la parte frontal del cerebro, que juega un papel fundamental en las representaciones corporales de la emoción. Cuando los meditadores avanzados y expertos en el entrenamiento de la compasión, se les solicitó que generasen voluntariamente compasión mientras eran sistemáticamente expuestos a las vocalizaciones emocionales. La fuerza de la activación de la ínsula, se asoció con la intensidad de entrenamiento en meditación. Es decir, que los monjes Tibetanos, tuvieron mayor activación que los sujetos del grupo control.

“La ínsula juega un papel fundamental, a la hora de detectar cualquier emoción en general, pero específicamente hablando, es la responsable de cartografiar las respuestas corporales de las emociones; como por ejemplo: la frecuencia cardíaca y la presión arterial. También, es la responsable de hacer que la información esté disponible para ser utilizada en otras partes del cerebro", dice Davidson, también co-director de la HealthEmotions Research Institute.

Además, se puede agregar que la actividad en las áreas Temporo-parietal del hemisferio derecho aumentaron considerablemente. Por tal, se estima que ésta zona es fundamental y muy importante, en el momento en el que el cerebro procesa la empatía, específicamente hablando, en la percepción del estado mental y emocional de los demás.
"Ambas áreas han sido vinculadas a la generosidad y a la empatía", dijo Davidson. "El estudio evidenció que la combinación de estos dos efectos, fue mucho más evidente en los meditadores expertos. Los principiantes, no consiguieron una activación tan poderosa de éstas áreas como lo hicieron los monjes Tibetanos".

La compasión se puede aprender los colegios


Los resultados apoyan la hipótesis de Davidson y Lutz. Dicha propuesta sostiene que mediante el entrenamiento en la práctica de meditación, las personas pueden desarrollar habilidades que promuevan felicidad y compasión. "Podemos tomar ventaja de la plasticidad de nuestro cerebro y entrenarlo para mejorar estas cualidades”; señaló el neurocientífico.

“Esta maravillosa e ignorada capacidad de cultivar la compasión, que implica la regulación de pensamientos y emociones, también puede ser útil para la prevención de la depresión en las personas que son susceptibles a ella” añadió Lutz.

“Pensar en el sufrimiento de otras personas y no sólo en nuestro dolor personal; ayuda a poner todo en perspectiva. No obstante, aprender a ser compasivos con uno mismo es un primer paso en el entrenamiento sobre la meditación compasiva” dijo Lutz.

Los investigadores se mostraron muy entusiasmados con sus descubrimientos, y creen que los aportes de la misma, son plausibles de ser llevados a la práctica. Especialmente, a la población adolescente; procurando que éstos sean menos agresivos y más compasivos; y de éste modo prevenir abusos y maltratos. “Creo que esta técnica puede ser una de las herramientas que utilicemos en un futuro para enseñarles a nuestros niños, sobre cómo regular su actividad emocional”, dijo Davidson.

“La meditación compasiva, es fundamental para promover armonía en relaciones interpersonales de cualquier tipo. A ciencia cierta, el mundo podría ser un poco más compasivo, amigable y generoso” dijo Richard Davidson. Y añadió: “Una manera directa, de cambiar ésta realidad violenta y abusiva, es mediante políticas de aplicación local, que promuevan más sanas relaciones interpersonales, mediante el entrenamiento en la meditación compasiva”.
No obstante, y pese a que éste descubrimiento ya da mucho de qué hablar, y abre un campo inmenso para trabajar; los investigadores, todavía tienen muchas otras investigaciones en mente, en las que el objeto de estudio serán las emociones positivas.



 

Artículo traducido y adaptado. Enlace original, en idioma inglés:
http://www.sciencedaily.com/releases/2008/03/080326204236.htm

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