La palabra mindfulness es la traducción al inglés del término pali “sati” que implica “conciencia, atención y recuerdo” (Siegel y cols., 2009). La traducción al castellano de mindfulness no resulta fácil. Las palabras más utilizadas han sido las de “atención plena” o “conciencia plena”, aunque debido a su dificultad, muchos autores optan por no traducir el término “mindfulness” y utilizar el vocablo inglés.
“Mindfulness” se utiliza sobre todo en contextos científicos y académicos, pero en la vida diaria es frecuente hablar de “meditación” aunque ambos términos no sean sinónimos, ya que “meditación” tiene un significado menos preciso y abarca a un conjunto de prácticas bastante heterogéneas.
Abundan las definiciones de “mindfulness”, siendo una de las más conocidas la de Jon Kabat-Zinn (1994), que afirma que “mindfulness significa prestar atención de una manera especial: intencionadamente, en el momento presente y sin juzgar”.

Hay que resaltar ese aspecto de “capacidad básica”, pues la posibilidad de atender a los contenidos mentales siempre ha estado ahí y, de hecho, ha sido utilizada por los seres humanos a lo largo de su historia, en mayor o menor medida. La novedad es que ahora nos estamos haciendo especialmente conscientes de ella y es posible que también comencemos a utilizarla más, lo cual traería consigo importantes y beneficiosos cambios para nuestra supervivencia y para nuestra evolución como especie, una especie que habita un planeta que parece estar quedándosele pequeño.
Fijémonos por un momento en lo que quiere decir estar atentos al contenido de la mente. Los contenidos de la mente pueden ser muy variados, pero su repertorio es, de todas formas, restringido (Siegel, 2010).

Es decir, que somos conscientes de cuál es el contenido de la mente en ese momento y, además, de que lo que estamos experimentando es un contenido de la mente.
Voy a poner un sencillo ejemplo. Si el lector que recorre con sus ojos estas líneas, además de enterarse de su significado, se hace consciente de que está leyendo, en ese momento, entra en mindfulness o atención plena. Sería algo así como decir: “en este momento estoy leyendo este artículo”.
Ese “ser consciente” de cuál es el contenido de la conciencia, en el momento, es el núcleo de la atención plena. Por supuesto, cualquier otra actividad es susceptible de hacerse plenamente consciente (siempre que nos encontremos en estado de vigilia).

Una de las consecuencias de mantenerse en atención plena es que se va tomando con-
ciencia de la propia conciencia. Es decir, que además de ser consciente de los contenidos de la conciencia, poco a poco, con la práctica, vamos haciéndonos plenamente conscientes de que la conciencia y sus contenidos son dos cosas diferentes. Habitualmente, la mayoría de seres humanos vivimos identificados con los contenidos de la conciencia. Con la práctica continuada de la atención plena, vamos dándonos cuenta de que lo que permanece no son los contenidos, que cambian constantemente, sino la propia conciencia, que siempre se encuentra en la base de la experiencia.
Texto extraído del site oficial de Vicente Simón:
http://www.vicentesimon.com/