En un bosque lejano, un joven leñador decidió dedicarse a la jardinería. Quería crear un hermoso espacio lleno de plantas y flores, así que eligió plantar dos especies: un helecho y una semilla de bambú.
El helecho creció rápidamente. Su verde brillante llenó el lugar en tan solo unos días. Por otro lado, la semilla de bambú permanecía bajo la tierra, sin mostrar señales de vida. A pesar de esto, el leñador no se rindió. Día tras día, regaba la semilla, la cuidaba y confiaba en que algún día brotaría.
Pasaron semanas, luego meses, y mientras el helecho seguía creciendo y embelleciendo el jardín, el bambú no daba ningún indicio de progreso. Algunos amigos del leñador le dijeron que estaba perdiendo el tiempo, que debía arrancar la semilla y plantar otra cosa. Pero él, lleno de paciencia, decidió esperar.
Finalmente, después de cinco años de cuidados y dedicación, la semilla de bambú rompió la tierra y comenzó a crecer. Pero lo más sorprendente fue que, en pocas semanas, el bambú alcanzó una altura de más de 20 metros. Lo que el leñador no sabía era que, durante esos cinco años, el bambú había estado desarrollando profundas raíces bajo la tierra, preparándose para sostener su gran altura.
**Moraleja:**
La paciencia y la perseverancia son recompensadas. A veces, los mayores logros toman tiempo porque necesitan bases sólidas. Aunque el progreso no sea visible al principio, cada esfuerzo cuenta para el resultado final.