viernes, 24 de agosto de 2012

No sigas al rebaño

Primer parte del relato

"Cuenta la leyenda -le decía un sabio maestro a su joven discípulo- que al atacar un rebaño, una tigresa dio a luz y falleció segundos después.

El cachorro -prosiguió el maestro- creció entre las ovejas y llegó él mismo a tomarse por una oveja. Se esforzaba por comer hierba, la cual no le gustaba mucho, y por balar lo cual le resultaba casi imposible.


Cuando un chacal se acercaba al rebaño, el joven tigre imitando al resto de las ovejas de los corderos huía aterrado.
El tigre, era apacible, pastaba y balaba, ignorando su verdadera naturaleza.

Así fue que transcurrieron varios años -dijo el maestro, mientras su joven discípulo lo miraba con mucha atención."

Comentario:

La necesidad de afirmar nuestra propia personalidad en detrimento de la esencia es, sin dudas, uno de los principales obstáculos para alcanzar la paz interior.

Segunda parte del relato

Un día, el tigre surgió en lo alto de un peñasco que dominaba una llanura. Todos los corderos huyeron, y el tigrecito con ellos. El tigre, persiguió al rebaño y atrapó al tigrecito por la piel del cuello. Y le preguntó muy intrigado:

-¿Porqué te comportas como un cordero si eres un tigre?

Pero el tigre-oveja, sólo balaba asustado.

El tigre adulto, se llevó al pequeño tigre con él mientras temblaba del miedo a ser devorado. Luego de andar un poco, llegaron a la orilla de un río. Entonces, sentó al tigrecito junto a él de modo que ambos podía reflejarse en el espejo del río.

- ¿Ves? eres un tigre como yo. Entiéndelo.

Pero el joven tigre todavía no creía  ser un tigre.

A tal punto, que cuando el tigre adulto le dio un pedazo de carne, el tigrecito se negó con cara de asco a probar bocado.

- PRUEBALO - rugió ferozmente el tigre (el joven discípulo se asustó cuando su maestro con dureza gritó "pruébalo!").

Asustado y sin dejar de balar como oveja, el tigrecito probó un pedazo de carne. En ese momento, la carne cruda desató los instintos de tigre, que el tigre-oveja tenía dentro de su naturaleza animal. Así el tigrecito comprendió quién era y luego, ambos tigres se alejaron.

Conclusión

En nuestra vida cotidiana estamos tan identificados con las máscaras de la personalidad, la que utilizamos para ocultar y velar nuestra propia esencia, terminando así, desconociendo nuestra verdadera naturaleza.Para ser uno mismo, sin embargo se requiere mucho más valor que el que se requiere para ser parte de un rebaño. Es más difícil convertirse en lo que uno nunca ha dejado de ser.




Para ello, es que es necesario descubrir  los distintos niveles de uno mismo y poder, así, discernir qué es lo real y qué es lo adquirido, qué es lo real y qué es lo aparente.

Muchas veces por complacer a los demás, terminamos siendo parte de un rebaño que nos despersonaliza, nos quita autenticidad y nos conduce a un espiral sin fin de sufrimiento y desengaño. Dado que eso, no podremos sostenerlo por mucho tiempo.

Nuestra verdadera naturaleza, siempre pujará por salir y expresarse como flores en primavera.





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